viernes, 17 de octubre de 2014

Erótica...





Cayó sobre tu espalda

la llama de tu pelo,

y quemó la blancura

su ondulación de fuego.



Entre los áureos rizos,

por el amor deshechos,

yo vi calientes, húmedos,

brillar tus ojos negros.



Sin desmayar, erguidos,

redondos, duros, tersos,

temblaron los montones

de nieve de tus pechos.



Y de amor encendida,

estremecido el cuerpo,

con amorosa savia

sus rosas florecieron.

El clavel de tus labios

brindaba miel de besos,

y fue mi boca ardiente

abeja de sus pétalos.



De la crujiente seda,

que resbalara al suelo,

emergió su blancura

tu contorno supremo.



Y al impulso movido

de ardoroso deseo,

se cimbró entre mis brazos

y quedó prisionero.



Me abrasaban tus ojos.

Me quemaba tu aliento.

Y apagó las palabras



el rumor de tus besos.




Luis  Emilio

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