Tu piel suave, sensual, altar de mis deseos,
merece y provoca tiempo y dedicación,
será por eso que mi conciencia no me permite profanarte
sin antes haberte adorado lo suficiente…
Mis manos, que despliegan su carga de caricias,
te tocan casi sin tocarte…
Rozo tu cuerpo con mis dedos lentamente,
subiendo y bajando por tus caminos
solo deteniéndome obligado,
para poder disfrutar del volver a empezar…
Me preguntas si te deseo…
Sí mi amor, con ansias, con pasión y con locura,
pero mi experiencia domina las ganas
dándoles un lugar secundario,
porque tu placer es mi gloria
y vos mi prioridad…
Como el más exquisito de los vinos,
deseo beberte de a poco, saborear tu piel,
extasiarme de tu perfumado sabor a mujer…
Mis besos,
que se columpian en la cima de tus montes,
buscan encender tu volcán…
Tu boca responde,
y tus sabias manos, conocedoras de mis gustos,
encuentran al explorador de tus abismos,
el que ansioso aguarda su turno,
el mágico momento de extraviarse en tu interior…
Me fascina amarte,
tal vez porque siento que el tiempo en tu piel se detiene
y esa magia de sentirte lo transforma todo,
o quizás, porque el sueño de tenerte no tiene final
sino un principio apasionadamente reiterativo,
que me conduce siempre a volver a comenzar…